Esta semana ha sido de lo más extraña para Brilyn y para mí. Para quienes todavía no se han enterado, el pasado miércoles fuimos protagonistas involuntarias de una de las noticias de la semana. El titular era el siguiente:
«Una invidente denuncia al Hospital Clínico de Valladolid por denegar el acceso de su perro guía».
Tal vez lo hayáis leído en la prensa, escuchado en la radio, o incluso, visto en la TV (vídeo aquí). Porque sin duda, la noticia corrió como la pólvora.
Para los que no sepan nada, os resumo lo que pasó: Brilyn y yo íbamos al hospital para ir a consulta del otorrino, y mi padre me acompañaba en ese momento. Cuando ya estábamos en la sala de espera de la novena planta, el vigilante apareció, y me dijo que el perro no podía estar allí, que había que bajarlo a la entrada. Le expliqué que por ley, los perros guía pueden acceder a cualquier lugar público, incluidos los hospitales. Pero el vigilante insistió en que él cumplía órdenes, que la normativa del hospital no admitía perros en el edificio, y que o bien, dejábamos que un celador se llevase a Brilyn hasta que terminásemos en la consulta, o bien, mi padre bajase al perro a la calle, y luego un celador me acompañase a mí.
Acepté que mi padre saliese con Brilyn, porque como comprenderéis, un perro guía no es un animal para dejárselo a cualquier desconocido. MI prioridad era que mi médico me viese, así que no quería levantar más revuelos en ese momento.
Pero cuando salimos del hospital, lo primero que hice fue consultar a un amigo abogado, para ver si estaba en mi derecho de denunciar la actitud del hospital. Y así fue. Por lo visto, la ley de Accesibilidad y Supresión de Barreras de Castilla y León es muy clara: los perros guía pueden acceder a todos los establecimientos, públicos o privados, sin tener que pagar un coste adicional por ello.
Es decir, pueden montar en el autobús gratis, pueden subir a un taxi, pueden entrar a una tienda, supermercado, restaurante, cafetería, y por supuesto, a un centro de salud. Las excepciones también son bastante claras. El perro no puede acceder a quirófanos, salas de maternidad, UVIS, UCIS, o áreas de aislamiento.
Ah, y tampoco puede, o debe, entrar a un zoológico. Pero es que todas esas restricciones, son de sentido común. Sin embargo, el perro puede entrar perfectamente a una sala de espera, o a la consulta, y está amparado por la ley.
Con lo cual, tuve que denunciar al Hospital Clínico, y pedir que se le multara por lo ocurrido. Lo que no esperaba es que la noticia corriese como la pólvora. Al día siguiente aparecimos en casi todos los medios locales, incluso en una cadena de TV autonómica. Ha tenido muchísima repercusión, por lo que al hospital no le quedó más remedio que pedir disculpas públicamente. Ayer recibí una llamada de la dirección del hospital para pedirme perdón por lo sucedido, y me dijeron que ya habían dado las instrucciones pertinentes al vigilante para que a partir de ahora, sí que deje pasar a perros guía.
Así que estoy contenta, porque algo hemos conseguido. Si me hubiese quedado callada y no lo hubiera denunciado, además de vulnerarse mis derechos, se habrían vulnerado los de muchas personas que como yo, necesitan un perro guía para poder moverse.
Se me ha criticado porque hay gente que no entiende para qué llevaba a Brilyn al hospital, si ya iba mi padre conmigo. A esa gente le digo, que el vigilante vino hacia mí sin saber si yo iba sola, con mi padre, mi prima o mi abuela. Estaba sentada en una sala de espera, y nadie sabía si el hombre que estaba sentado a mi lado era mi padre o no. Además, me hubiesen dicho lo mismo de ir yo sola.
DE todas formas, y sigo explicando para quien continúa sin comprender, que yo hasta el hospital voy sola, y necesito al perro, y cuando salgo del hospital, vuelvo a irme sola en un autobús. Mi padre solamente iba conmigo a la consulta, porque ese día estaba de vacaciones. Y aunque sé que no tengo que dar explicaciones a nadie, sigo haciéndolo, porque veo que todavía hay mucha ignorancia, y como dicen, la ignorancia es osada.
Ha habido quien ha dicho que como estamos en crisis, he denunciado al hospital para sacar tajada. Genial. Lo que esa gente no sabe, es que la denuncia y la correspondiente sanción que pido para el hospital es de carácter administrativo, por lo que la multa, si es que se paga, irá para la administración o el órgano competente, que yo de ahí no me llevo nada. Por si no quedaba claro.
Pero sigo explicando. Porque hubo gente que dijo, que era de «sentido común» no dejar pasar a un perro a un hospital, porque allí hay personas enfermas, y el animal puede trasmitir piojos, incluso parásitos, y que era por cuestión de higiene.
LO que toda esa gente no sabe, es que yo, como usuaria de perro guía, tengo la obligación de mantener a mi perro debidamente cepillado, aseado y desparasitado. Que cada 6 meses se le hace una analítica completa y un chequeo veterinario. Que cada 3 meses se le dan unas pastillas desparasitadoras, y otra para los quistes. Que lleva un collar antiparásitos, que cuando llega el buen tiempo, se le ponen pipetas para proteger al animal de otros parásitos que llegan con el calor. Todo esto sale de nuestro propio bolsillo, nadie nos lo paga, y supone un sacrificio y un esfuerzo para la persona que tiene un perro guía.
¿Pero qué menos? El perro para mí son mis ojos, igual que para alguien que no puede andar, la silla de ruedas es sus piernas.
A toda esa gente, solo le diré que a parte de informarse acerca de lo que es un perro guía y para qué sirve, muestren algo más de sensibilidad. Ese día yo iba con mi padre, gracias a dios, pero si llego a ir sola, me hubiera pasado lo mismo. Y sí, se me ofrecieron alternativas. Pero, ¿por qué tengo que dejar a mi perro con un celador, si la ley me permite entrar con él hasta la consulta? No hablamos de entrar a una zona de quirófanos ni de enfermos graves. Y aún así, el animal solo puede llevar las bacterias que cualquiera podemos traer en nuestros zapatos al venir de la calle. SI son tan escrupulosos, ¿por qué no piden que todo el mundo se quite los zapatos al entrar al hospital?
También hubo quien dijo que con mi actitud, le hacía flaco favor al colectivo de las personas ciegas. Pues bien, yo creo todo lo contrario, porque si nos quedamos callados ante cualquier abuso que suframos, nunca avanzaremos en esta sociedad cerrada e intolerante. Y ahora, tras la disculpa del hospital, ya hemos logrado que la próxima vez que acuda alguien con un perro guía se le deje pasar. ¿Es eso hacer flaco favor a las personas como yo?
En fin, que podría continuar instruyendo a los que no saben, pero no quiero seguir avivando la polémica, porque ese tipo de personas, por más que intentes explicarles, con la ley en la mano, porqué has denunciado al hospital y porqué has querido defender tus derechos, me temo que nunca lo van a comprender.
Así que por hoy cierro esta página del Viviendo a tientas, dando las gracias a todos los que me han apoyado, y satisfecha de haber puesto mi granito de arena para suprimir otra barrera más, en este caso, una barrera mental.